lunes, 2 de septiembre de 2013

La puerta.

Di mis últimos pasos en la terminal del aeropuerto. El hombre de seguridad aprobó mi entrada en el país. Caminé con paso lento, un tanto dubitativo, porque aunque tenía la certeza de encontrar a alguien al otro lado, una parte de mí aun estaba inquieta, nerviosa, como cuando le cortas la cola a una lagartija. Andaba junto a Isa, y llegó un momento en el que no escuché nada, ni veía nada. Solo una puerta, con cristales tintados, que la hacían demasiado opaca como para ver que había al otro lado. Miraba al frente, al futuro, a lo que me esperaba. Para otros muchos, quizás esa puerta no fuera más que un objeto trivial, sin sentido alguno. Para mí, el abrir esa puerta me haría estallar en un millón de sentimientos, recuerdos y esperanzas depositadas detrás de ella. El objetivo de abrir esa puerta no era simplemente pasarla. No era una puerta cualquiera, era la puerta a nueva vida. Recientemente, he oído que la supuesta luz que vemos al morir puede ser la luz que vemos cuando nacemos. Obviamente, mi vida pasada en España no ha muerto ni mucho menos, ni espero que lo haga, pero lo considero una metáfora bastante acertada para lo que a una nueva etapa en mi vida se refiere. Me paré delante de la puerta. Los pensamientos fluían en forma de rápidos destellos de luz dentro de mi cabeza, pero al haber tantos juntos, no llegué a sentir ninguno. Tomé aire, y avancé. Al otro lado de la puerta lo primero que vi fue luz. Un instante después, tras una mirada de asombro a la gente que había allí, Isa me dijo: "Mira, allí está tu familia". "¿Dónde?", pensé yo. Aun seguía algo aturdido por mis propios pensamientos y desvaríos. Al final, tras toda la masa de personas que se encontraban para recibir a los alumnos, vi un cartel. El mejor cartel de todos, sin ninguna duda. Leí "José Ruiz Pastor, Welcome to Nova Scotia" Ahí es cuando lo supe, mi año aquí no va a ser una pérdida de tiempo. Empecé a apartar gente y al fin vi a Debbie, mi "madre". La abracé y le di un beso, pero creo que estuvo un poco fuera de lugar, porque la gente aquí es un poco más fría. De todas maneras, no me dijo nada, y nos dirigimos hacia el coche. Antes de irme, Isa se despidió de mi, porque estaba tan en mi mundo que no me acordaba de nadie. Creo que la grandeza y la majestuosidad del momento, comparable con un edificio de diseño neoclásico, me alumbró. Miré atrás, vi a las otras familias que esperaban a algunos estudiantes y sonreí.

1 comentario:

  1. Tito este post ha sido una obra de arte,literalmente se me han puesto los pelos de punta. PD:siento haberme perdido tu fiesta de despedida(ya se q es un poco tarde,pero mas vale tarde que nunca) estaba en Galicia así que benalup me pillaba un poco lejos y bueno ojala vuelvas pronto
    Luchas Pulidi

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